Los Blops tienen a su haber un par de
detalles muy especiales: primero, ser los creadores de un disco del que muchos hablan pero que pocos han escuchado y, además, ser rechazados tanto por la izquierda como por la derecha de la ultra politizada sociedad chilena de principios de los 70. Por un lado se les tildaba de hijitos de su papá y extranjerizantes por hacer rock y desde el otro bando, les criticaban sus cabellos largos y esa costumbre tan extraña y no bien vista de vivir en comunidad.
Esto mismo ayudó a crear una ferrea cohesión entre los integrantes del grupo, sumada a una disciplina casi espartana que, según
Eduardo Gatti (guitarrista y compositor) no se circunscribía sólo a lo netamente musical, sino que abarcaba detalles tan íntimos y cotidianos como es el quehacer diario de cualquier mortal.
"Nos levantábamos a las siete de la mañana con un musu (baño con paño frío estando en cama) luego ducha helada, gimnasia, trabajo de meditación, desayuno y ocho horas de ensayo."
Tal vez esto fue lo que les dio la fortaleza suficiente para sacudirse el fracaso de su presentación en el Festival de Viña del Mar de 1972. "
Todo partió mal desde el principio - recuerda
Gatti - si hasta el animador en medio de la presentación nos pregunto ¿Chiquillos como se llaman ustedes.? Además nuestra actitud fue provocadora, en vez de tocar parados tocamos sentados en loto." Luego de eso, decidirse por hacer la música que querían sin pensar ni esperar mucho del público, fue lo más lógico y sano. De allí nació
La locomotora, disco tanto o más mítico que el primero que grabaron
Los Jaivas.
Pero revisemos un poco la historia musical... no la del grupo sino la mía :D
Cuando aún era un imberbe y taciturno adolescente llegaron a
mis manos
Los Blops y
Locomotora, debut y tercer y último disco en estudio del grupo, respectivamente. Y recuerdo que, además de
Los momentos, que para el rock chileno significa más o menos lo mismo que
Canción para mi muerte para el rock argentino, y un montón de canciones que mezclan rock, folk y lisergia, lo que más me llamó la atención fue que estos tipos cantaban en...
chileno.
Así es, en un país en que se piensa que todo lo que vale la pena viene desde afuera y se imitan vergonzosamente acentos extranjeros, que alguien cante:
Frío má' que nada frío, tengo yo lo' pie', suena casi transgresor y refrescante. Esta mala costumbre nuestra de no pronunciar las
eses de pronto me pareció exquisita y entrañable. Si a eso agregamos un trasfondo humanista y un profundo sentido espiritual, pues, era imposible no dejarse atrapar.
Locomotora es totalmente diferente, no sólo por ser instrumental ni por la extensión de sus composiciones sino, principalmente, porque es un disco que nació de la rabia, del deseo de patearle el culo al mundo luego de su nefasto paso por el sobrevalorado festival viñamarino:
”Nuestra actitud posterior fue: ¡qué vamos a darles canciones delicadas a estos hueones, hagamos rock duro!”. Y eso hicieron, crearon 5 potentes temas de corte netamente progresivo, considerado el primero de esta tendencia musical hecho en estos lares. Un discazo, así, con todas sus letras, a pesar de sus imperfecciones de edición (que las tiene).
Varios años más tarde me encontré con
Del volar de las palomas (1971), que fue el segundo en editarse y el eslabón que me faltaba en la transición entre los otros dos. Por variadas razones, que van desde lo familiar hasta reminiscencias de un pasado idealista, mucho más participativo y colectivo en mis intereses, se ha ido convirtiendo en uno de mis favoritos con el paso del tiempo, como en una especie de soundtrack personal.
Para mi gusto, aquí está incluido una de las mejores canciones del rock
chilensis y también, de las que más me interpretan. A pesar de escucharlo en innumerables ocasiones, mi fascinación por el tema que da nombre al disco no decae, la voz de
Ángel Parra, en su rol de vocalista invitado, parece desgarrarse a medida que transcurre esa verdadera nube de emociones. Simplemente estremecedor.
A propósito de artistas invitados,
Los Blops cumplieron con este rol en
El derecho de vivir en paz y
Abre la ventana de
Victor Jara, lo que demuestra la apertura mental del creador del
Cigarrito que, en los momentos en que muchos discriminaban a ciertos músicos por no seguir la corriente en boga, los invitó a acompañarlo en dos de sus temas más bellos.
Y ahora... ahora siento esa sensación ya un poco familiar de que me he quedado corto, de que debí decir mucho más de lo que dije, que a pesar de tratarse de uno de mis grupos más queridos no supe ni pude comunicar todo lo debía acerca de ellos. Pero ¿quién sabe?... en una de esas, quizás sea para mejor.