30 julio 2019

Los Blops


Los Blops tienen a su haber un par de detalles muy especiales: primero, ser los creadores de un disco del que muchos hablan pero que pocos han escuchado y, además, ser rechazados tanto por la izquierda como por la derecha de la ultra politizada sociedad chilena de principios de los 70. Por un lado se les tildaba de hijitos de su papá y extranjerizantes por hacer rock y desde el otro bando, les criticaban sus cabellos largos y esa costumbre tan extraña y no bien vista de vivir en comunidad.
Esto mismo ayudó a crear una ferrea cohesión entre los integrantes del grupo, sumada a una disciplina casi espartana que, según Eduardo Gatti (guitarrista y compositor) no se circunscribía sólo a lo netamente musical, sino que abarcaba detalles tan íntimos y cotidianos como es el quehacer diario de cualquier mortal.
"Nos levantábamos a las siete de la mañana con un musu (baño con paño frío estando en cama) luego ducha helada, gimnasia, trabajo de meditación, desayuno y ocho horas de ensayo."
Tal vez esto fue lo que les dio la fortaleza suficiente para sacudirse el fracaso de su presentación en el Festival de Viña del Mar de 1972. "Todo partió mal desde el principio - recuerda Gatti - si hasta el animador en medio de la presentación nos pregunto ¿Chiquillos como se llaman ustedes.? Además nuestra actitud fue provocadora, en vez de tocar parados tocamos sentados en loto." Luego de eso, decidirse por hacer la música que querían sin pensar ni esperar mucho del público, fue lo más lógico y sano. De allí nació La locomotora, disco tanto o más mítico que el primero que grabaron Los Jaivas.
Pero revisemos un poco la historia musical... no la del grupo sino la mía :D
Cuando aún era un imberbe y taciturno adolescente llegaron a mis manos Los Blops y Locomotora, debut y tercer y último disco en estudio del grupo, respectivamente. Y recuerdo que, además de Los momentos, que para el rock chileno significa más o menos lo mismo que Canción para mi muerte para el rock argentino, y un montón de canciones que mezclan rock, folk y lisergia, lo que más me llamó la atención fue que estos tipos cantaban en... chileno.
Así es, en un país en que se piensa que todo lo que vale la pena viene desde afuera y se imitan vergonzosamente acentos extranjeros, que alguien cante: Frío má' que nada frío, tengo yo lo' pie', suena casi transgresor y refrescante. Esta mala costumbre nuestra de no pronunciar las eses de pronto me pareció exquisita y entrañable. Si a eso agregamos un trasfondo humanista y un profundo sentido espiritual, pues, era imposible no dejarse atrapar.
Locomotora es totalmente diferente, no sólo por ser instrumental ni por la extensión de sus composiciones sino, principalmente, porque es un disco que nació de la rabia, del deseo de patearle el culo al mundo luego de su nefasto paso por el sobrevalorado festival viñamarino: ”Nuestra actitud posterior fue: ¡qué vamos a darles canciones delicadas a estos hueones, hagamos rock duro!”. Y eso hicieron, crearon 5 potentes temas de corte netamente progresivo, considerado el primero de esta tendencia musical hecho en estos lares. Un discazo, así, con todas sus letras, a pesar de sus imperfecciones de edición (que las tiene).
Varios años más tarde me encontré con Del volar de las palomas (1971), que fue el segundo en editarse y el eslabón que me faltaba en la transición entre los otros dos. Por variadas razones, que van desde lo familiar hasta reminiscencias de un pasado idealista, mucho más participativo y colectivo en mis intereses, se ha ido convirtiendo en uno de mis favoritos con el paso del tiempo, como en una especie de soundtrack personal.
Para mi gusto, aquí está incluido una de las mejores canciones del rock chilensis y también, de las que más me interpretan. A pesar de escucharlo en innumerables ocasiones, mi fascinación por el tema que da nombre al disco no decae, la voz de Ángel Parra, en su rol de vocalista invitado, parece desgarrarse a medida que transcurre esa verdadera nube de emociones. Simplemente estremecedor.
A propósito de artistas invitados, Los Blops cumplieron con este rol en El derecho de vivir en paz y Abre la ventana de Victor Jara, lo que demuestra la apertura mental del creador del Cigarrito que, en los momentos en que muchos discriminaban a ciertos músicos por no seguir la corriente en boga, los invitó a acompañarlo en dos de sus temas más bellos.
Y ahora... ahora siento esa sensación ya un poco familiar de que me he quedado corto, de que debí decir mucho más de lo que dije, que a pesar de tratarse de uno de mis grupos más queridos no supe ni pude comunicar todo lo debía acerca de ellos. Pero ¿quién sabe?... en una de esas, quizás sea para mejor.



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Locomotora




Fuente de consulta: Rock Progresivo.org
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29 julio 2019

Mampato

Escribía hace un tiempo, en otro lugar, que Mampato junto a Papelucho, se encuentra dentro de los recuerdos infantiles más gratos de muchos chilenos. Mucho antes de que la cumbia y el regetón se convirtieran en la distracción mayor de los niños de este flacuchento país, y cuando aún se leía, estos dos personajes divertían y hacían soñar a moros y a cristianos.
Personalmente, me incliné siempre por Mampato, supongo que inconscientemente ya me veía atraido por lo menos políticamente correcto o ese humor un tanto ácido y negroide que se encontraban en sus páginas.

No es fácil vivir y criarse al final del mundo, encerrado entre cordillera y mar, a punta de temblores y erupciones volcánicas. Tal vez a eso se deba este gusto tan nuestro por el sarcasmo y la ironía. Seguramente la fascinación que sentimos muchos por este niño travieso y curioso y por su amigo Ogú, que resolvía todo a golpe limpio, no sea fácil de entender de buenas a primeras.

Mampato fue creado en 1968 por Eduardo Armstrong para la revista del mismo nombre. Inicialmente, los argumentos pertenecían al mismo Armstrong y los dibujos a Oscar Vega, pero luego de un par de números, se hizo cargo de la historieta Themo Lobos, quien le dio ese tono didáctico y entretenido que identificó al personaje. Lobos, además de su talento indiscutido como dibujante, poseía una creatividad inagotable como guionista. A eso hay que sumarle su rigurosidad al momento de crear cada episodio.

En su primera aventura nuestro héroe recibe como regalo de parte de un extraterrestre, un cinto espacio-temporal, gracias al cual puede transportarse a cualquier momento de la historia, pasada o por venir.

Algunas de las siguientes historias las encontré en el muy buen blog Yo soy de la generación de Mampato.


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