16 enero 2008

Alef - Thau, El Príncipe Manco Jodorowsky - Arno

Hace un par de semanas contaba que, en una conversación acerca de cómics, mi amigo el Maldadoso hizo el comentario de que Jodorowsky tiene cierta fijación con los mutilados... ¡y tiene razón! Más allá de las implicancias iniciáticas, metafísicas, filosóficas y cuánta hierba le pudiera uno encontrar, creo que hay una buena dosis de herencia chilensis en esta manía del genio psicomago.

Para explicarme voy a poner el ejemplo de Condorito. Antes de internacionalizarse, la historieta original contaba con una galería de personajes que reflejaban el carácter del chileno medio, es decir, cada uno de ellos representaba esa costumbre tan nuestra de identificar a las personas desde sus características físicas más notorias, incluso desde sus defectos.

La cuestión es que, además de Huevoduro, Comegato, etc, existía un personaje que se llamaba Cortadito, que no tenía ni brazos ni piernas y se desplazaba sobre una especie de carro, de ahí el nombre. Esta condición, en lugar de provocar lástima, permitía los más diversos comentarios jocosos.

Pero, obviamente, cuando el pajarraco de Pelotillehue se convirtió en producto exportable, la primera victima fue nuestro querido e incomprendido Cortadito. No era probable que en otros países se entendiera este humor ácido y casi sádico, había que cuidar la sensibilidad de los clientes y se cortó por lo sano (ups, les juro que no pretendí hacer un chiste con esta frase)

¡Elucubraciones propias de una tarde estival sofocante! Bueno, sin más preámbulo, la segunda parte de Alef-Thau: El príncipe manco.

Cbr

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