A Alef-Thau siempre le falta algo para estar completo, ya sea un ojo, una pierna o un brazo. De pronto los consigue pero eso significa un sacrificio que lo deja igual de mutilado. También tiene vacíos espirituales que llenar y mucho que crecer aún, pero a pesar de todo eso, nunca le falta quien le haga arrumacos. Lo que me hace pensar que nuestros defectos, fallas o inmadurez crónica (en algunos casos), no deberían ser obstáculos para intentar ser felices.
A veces nos creamos la impresión de que debemos estar en el 100% de nuestras capacidades para, recién en ese momento, arriesgarnos y exponer lo que tenemos o sentimos. Pero ¿hay alguien que alguna vez se sintiera totalmente bien tanto en lo psicológico como en lo físico? Yo no, es más, en todo momento siento que algo me inquieta, ya sea una duda existencial (que las tengo a montones) o alguna molestia de esas que aparecen y desaparecen sin previo aviso.
Tal vez, y esto es sólo una elucubración de mi parte, lo que nos falta sea entender que aquellas taras, esos defectos muchas veces aumentados por nosotros mismos, son parte de nuestra riqueza, de nuestro 'aporte'. Son ellos los que nos complementan, los que ayudan a conformar una identidad totalmente única y rica. Sin falencias que superar ¿qué seríamos?
No hay nada mejor que un buen comic con segundas lecturas para aprovechar de decir estas banalidades. Señoras y señores, señoritas y señoritos... la cuarta parte de Alef-Thau: El señor de las ilusiones.
Pd: no pude evitar sentirme identificado con lo que le ocurre a Malkuth.
Pd: no pude evitar sentirme identificado con lo que le ocurre a Malkuth.
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